El texto despachado a la Sala por la Comisión de Futuro reforma la Constitución con el fin de definir que el desarrollo científico y tecnológico estará al servicio de las personas y que dicha acción se llevará a cabo con respeto a la vida y a la integridad física y psíquica.

 

Velar por la privacidad cerebral de las personas es el objetivo del proyecto que modifica la Carta Fundamental (art.19) para proteger la integridad y la indemnidad mental con relación al avance de las neurotecnologías (boletín 13827), iniciativa que está en segundo trámite y que fue despachada a la Sala por la Comisión de Futuro, Ciencias, Tecnologías, Conocimiento e Innovación.

La norma busca regular los requisitos y condiciones en que se desenvolverá el desarrollo científico y tecnológico, de modo que su utilización en las personas resguarde la actividad cerebral, así como la información proveniente de ella.

En concreto, la norma establece que “el desarrollo científico y tecnológico estará al servicio de las personas y se llevará a cabo con respeto a la vida y a la integridad física y psíquica”. Luego, especifica que una ley regulará los requisitos y condiciones para su utilización en las personas, “debiendo propender especialmente al resguardo de la actividad cerebral, así como la información proveniente de ella”.

De convertirse en ley, según se indicó en la sesión, Chile sería el primer país del mundo en definir normas en torno a la neuroprotección.

Entre sus fundamentos, la iniciativa aclara que la integridad física y psíquica son elementos constitutivos de la identidad, por lo que se plantea su elevación como derecho humano. Por ende, se estima necesario determinar que solo la ley podrá afectar esta garantía, ello en estrecha correlación con tratados internacionales que promuevan su debida protección.

Asimismo, se alerta sobre el riesgo que corre hoy la sociedad, muchas veces de manera poco previsible, respecto de los efectos de la tecnología computacional y su relación con los límites de la privacidad, ya que, por ejemplo, se transfieren datos a sistemas cuyo dominio escapa del control de quien lo aporta.

Además, los autores de la moción que dio origen a esta propuesta (integrantes de la Comisión de Desafíos del Futuro del Senado) alertan que la neurotecnología está avanzando en el desarrollo de dispositivos que producen conexiones en el cerebro humano, lo que enciende una alarma debido a que las mismas herramientas permiten el acceso a la información mental de las personas y la posibilidad, por ende, de su manipulación externa.

El proyecto, que será informado a la Corporación por el diputado Tomás Hirsch (IND), fue parte de un acuerdo con el Ejecutivo que pasa por retirar la actual calificación de urgencia, de modo que sea posible avanzar hacia algunos perfeccionamientos en la Comisión, luego que sea aprobada la idea de legislar en la Sala.

Audiencias

Previo a la votación, la instancia escuchó al neurobiólogo español encargado de “Iniciativa Brain” (proyecto de mapeo de la actividad cerebral) y profesor de Ciencias Biológicas de la Universidad de Columbia, Rafael Yuste; al director del Departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Pedro Maldonado; y al ministro de Ciencia, Conocimiento e Innovación, Andrés Couve.

Rafael Yuste, experto en inteligencia artificial (IA) e inspirador del proyecto, indicó que la iniciativa que se está discutiendo en nuestro país es pionera, pues es la primera vez que esto ocurre en la historia. Además, señaló que está seguro que va hacer estudiada y seguida por otros países.

Definió la neurotecnología como métodos que pueden ser electrónicos, ópticos, magnéticos moleculares, químicos o computacionales, con capacidad de descodificar el cerebro y cambiarlo. “Es una situación muy seria, porque tenemos ante nosotros la posibilidad de deshumanizarnos; de cambiar el concepto de lo que es un ser humano a base de cambiar estos conceptos cerebrales”, detalló.

Por su parte, Pedro Maldonado explicó que este proyecto pretende reconocer que, si bien muchas de nuestras conductas son consecuencias de la operación del sistema nervioso, “hay una operación que no se manifiesta como conducta, que puede que tenga que ver con nuestras emociones, decisiones y nuestros pensamientos, que podría llegar estar accesible a grupos de interés”.

Además, detalló que lo que se quiere proteger no es la conducta, sino “la actividad mental propia como algo intrínseco humano”, que sí es sujeto de protección.

A su vez, Andrés Couve señaló que la iniciativa fue generada como un texto de consenso, donde sus principales ejes están plasmados en categorizar que la ciencia y la tecnología están al servicio de las personas.