Si bien es cierto la celebración se hizo esperar, debiendo aplazarse en dos oportunidades, las expectativas eran altas y cumplieron a cabalidad con la gente. Cerca de 500 platos de cazuela de pava, pavo al horno y al jugo, fueron distribuidos a los comensales que dieron su visto bueno a la fiesta.

Costó, pero resultó todo un éxito. No fue fácil el retorno de la Fiesta del Pavo de Huenucheo, en Quillón. Debió ser aplazada en dos oportunidades y cuando ya se iba a llevar a cabo, el tiempo amenazó con una lluvia de proporciones.
Sin embargo, las nubes se aguantaron y cerca de dos mil personas pudieron asistir a la celebración, provenientes de distintas zonas de Ñuble, Biobío y algunos otros puntos del país.
“Estamos felices, junto a nuestros vecinos de Huenucheo, de retomar una de nuestras tradiciones, la Fiesta del Pavo. Estuvimos dos años sin nuestras fiestas costumbristas, hace un par de meses volvimos a realizarlas, empezando por la Fiesta de la Vendimia. Y ahora disfrutamos muy contentos de la Fiesta del Pavo, con una gran concurrencia de público, lo que reactiva el turismo en nuestra comuna y beneficia a nuestra junta de vecinos de Huenucheo”, indicó el alcalde de Quillón, Miguel Peña.
Una carpa de 800 metros cuadrados albergó a los asistentes, el espectáculo y los cerca de 20 stands de muestra que se distribuyeron por el recinto, resguardando la fiesta de posibles lluvias que nunca se dejaron caer.
El desfile de comensales se hizo interminable a la hora del almuerzo, la mayoría en busca de alguno de los platos estrellas de la jornada, cazuela de pava, pavo al horno y pavo al jugo. Entre las tres versiones, se estimó que salieron cerca de 500 platos a deleitar los exigentes paladares.
“Es muy bueno que vuelvan nuestras tradiciones y que la gente se vuelva a acercar acá a Quillón a pasarlo bien y comer los ricos platos. Nosotros comimos pavo al horno y cazuelas de pava y son espectaculares, muy ricas. Totalmente recomendable”, comentó la quillonina Jennifer Jara.
La oferta gastronómica fue amplia y para quienes no gustaban del pavo, las alternativas fueron costillares, longanizas, papas fritas, empanadas y completos.
Al ritmo de la cueca y tonadas, los visitantes desataron su talento en el baile, disfrutando de una de las más aclamadas fiestas de Quillón, suspendida por dos años, producto de la pandemia.
“Entretenida la fiesta, es muy bueno que se hagan estas cosas y se mantengan como una tradición, ya que incentiva el turismo y atrae más gente a la comuna. La comida estuvo espectacular y todo muy entretenido. Aproveché de mandarme a cambiar de Santiago y venir a visitar a mis papás que son de Quillón y así llegamos a la fiesta a disfrutar(sic)”, expresó Richard Montero.
Diversos tipos de artesanías y productos culinarios locales, se pusieron a disposición del público, que llegó en masa a disfrutar de la Fiesta del Pavo de Huenucheo. Además, los niños pudieron participar de juegos de destreza y paseos a caballo.
Todo fueron cuentas alegres. La celebración marcó un antes y un después en la reactivación del rubro turístico de invierno en Quillón, luego de una pandemia que golpeó con fuerza a la comuna, obligando a muchos comerciantes a buscar nuevos horizontes laborales. “Si no hay fiestas, no hay trabajo. Ahora ya estamos empezando de nuevo y se sigan retomando en todos lados las fiestas. Yo me quedé con toda la mercadería guardada cuando empezó la pandemia y la gente de acá (Huenucheo) que cría pavos también perdió mucho. Para todos es importante que vuelvan las fiestas”, manifestó Enrique Oñate, artesano de Quillón.
Sin duda, se trató de un regreso esperado por los fieles visitantes de Quillón. Y aunque de parte de los vecinos de Huenucheo no había mucho ánimo de llevarla a cabo al principio, pusieron lo mejor de sí, en conjunto con la municipalidad, para terminar las vacaciones de invierno con una fiesta inolvidable.