La crisis que vive el mundo de los arándanos no es nueva. El fruto chileno dejó de ser competitivo desde hace bastante tiempo, dando paso a países como Polonia, España, Reino Unido, Suecia y Dinamarca que han entrado fuerte al mercado. El caso de Perú es digno de análisis, pues se ha transformado en líder mundial en exportación de estos berries al mundo, con condiciones únicas como un clima privilegiado y variedades que se adaptan mejor a las condiciones impuestas por los exigentes clientes del planeta. Pero, ¿qué le pasó a Chile que era potencia en este tema? En términos simple, le ganaron el quien vive. Otras naciones trabajaron variedades que se adaptaron mejor a sus condiciones climáticas y además, no son pocos los países que sacaron partido a sus condiciones geográficas, pues al estar más cerca de los compradores lograron reducir los costos de transporte. Nuestro país posee especies de arándanos que ya son viejas y no responden correctamente a la demanda mundial. Con todo eso a cuestas, el futuro de este sabroso fruto en Chile se ha tornado incierto pronosticando para este año una caída en las exportaciones de dos puntos más que en 2022, llegando así al 8%. Claramente, la opción de reconvertir los cultivos y apuntar a otros frutales de generosa demanda mundial es una opción, pero el costo es enorme. Transformar una hectárea podría llegar a los $15 millones con facilidad y eso es un golpe económico duro para los agricultores. Por todo lo anterior, se hace necesaria una política que venga en apoyo de los agricultores y que anticipe este tipo de situaciones, las que a juzgar por la realidad que nos viene presentando el cambio climático, podría sorprendernos de mala manera en el futuro con otros cultivos. Seamos sinceros. Las reglas del juego en los campos están cambiando y debemos irnos preparando para escenarios de escasez hídrica, fenómenos climáticos inusuales y estaciones del año más extensas y quizás hasta diferentes a lo que conocemos tradicionalmente. Es imposible por ahora saber que nos deparará el destino, pero hay que estar listos para enfrentar futuras situaciones. Urge invertir en ciencia e investigación para colaborar con el mundo agrícola y el Estado deberá hacer su parte con políticas de protección para quienes viven de la producción frutícola. Por mucho que se hable del cambio climático, es evidente que poco o nada se está haciendo en Chile para sobrellevarlo. Es la hora de ponerse a pensar en el futuro antes que este se convierta en presente, porque si llega a transformarse en pasado de golpe, habremos perdido la oportunidad en un problema que requiere medidas con urgencia ahora que estamos a tiempo.