Un Violador en tu Camino tuvo el mérito de interpretar el sentir de millones de mujeres sometidas a una violencia normalizada y muchas veces invisibilizada producto de la cultura patriarcal predominante. “Y la culpa no era mía, ni donde estaba ni como vestía” fue un grito de liberación de la culpa que la sociedad les hacía sentir al atribuirle la responsabilidad de la violencia machista.

En el trabajo de prevención de la violencia de género en contextos escolares que realizamos en Fundación Semilla nos encontramos con adultos que transmiten la cultura patriarcal, pero que están abiertos, la mayoría de las veces, a aceptar que hay otros caminos. Uno de los casos que usamos para ilustrar esta situación es el de una joven que, estando sentada en el patio durante el recreo, fue encarada por un profesor quien le dijo: “¡Siéntese como señorita!”. “¿Qué significa eso profe?” fue la inmediata respuesta de la estudiante, a lo que el docente respondió: “junte las piernas que se le ven los calzones”. Incrédula, la joven miró al profesor directamente y sentenció: “Profe, el problema es suyo que me anda mirando y no mío”. Claramente el problema no era de ella, ni donde estaba, ni cómo vestía, sino que era de su profesor criado y educado en una cultura machista. Para el profesor bastó que su alumna le hiciera el punto para reflexionar y comenzar un proceso de cambio.

Ha habido progresos, sin embargo, aún falta un largo camino que recorrer. Escuelas, liceos y colegios no están preparados para prevenir violencias de género en contextos escolares.  Esta semana, Fundación Semilla, hizo público los primeros resultados de un estudio realizado a solicitud del INDH (Instituto Nacional de Derechos Humanos) sobre experiencias, percepciones y actitudes sobre la violencia de género entre adolescentes escolares en todo Chile.

Los resultados más destacadas de este estudio, que encuestó a 1.095 estudiantes, una muestra representativa de Chile,  señalan que más de la mitad de los y las estudiantes que recurren a las instancias institucionales para denunciar violencia y/o discriminación aseguran que no se tomó medida alguna para abordar su situación; ser mujer, duplica las posibilidades de recibir violencia sexual respecto de los hombres y que uno/a de cada cinco estudiantes nunca ha recibido clases de educación sexual, mientras que para el resto, la educación sexual que reciben es poca y con carácter, básicamente, biológico.

Una de las conclusiones derivadas de los datos que llaman la atención, es el tipo de masculinidad construida por varones que se declaran heterosexuales, principalmente porque son el grupo que más declara ejercer violencias y acciones de discriminación contra las mujeres y contra los jóvenes de la diversidad sexual; no se dan cuenta de las violencias que ocurren a su alrededor ni tampoco las perciben como tales. Son conductas que están absolutamente normalizadas y el sistema educacional no es capaz de reconocerlas como una anomalía, ni menos de tomar acción para prevenirlas o enfrentarlas.

La cultura patriarcal está tan arraigada en nuestra sociedad que hay muchas conductas que los hombres simplemente no vemos y por ello siempre cabe preguntarse: ¿Seré yo?

Marcelo Trivelli

Presidente Fundación Semilla