Es decir, cuando tienen entre 9 y 10 años.  Para ellos, en los primeros años de escuela, los conocimientos académicos no son lo más importante; el enfoque está puesto en valores como respeto, paciencia, generosidad, compasión, disciplina, control y cuidado de la naturaleza.

Detrás de estas dos miradas, se esconde una profunda diferencia en cómo la sociedad se aproxima a la educación. La evaluación cuantitativa de estudiantes mide el aprendizaje de los y las jóvenes, mientras que, al centrarse en la formación integral, mide la calidad de la enseñanza por parte de los y las profesionales de la educación.

Para nosotros en Fundación Semilla, que trabajamos en el ámbito de la educación socioemocional, la promoción de la convivencia, la prevención de la violencia y la formación ciudadana, afirmamos que esta dimensión debe ser transversal a las asignaturas. Para ello es indispensable que las escuelas de pedagogía incorporen estas dimensiones en sus currículos y exista una posibilidad cierta de perfeccionamiento para quienes hoy ejercen la pedagogía.

Está demostrado a nivel mundial, y en Chile lo refuerza la Agencia de Calidad de la Educación, que, a mejor clima en el contexto escolar, mejores son los aprendizajes. Pero más importante aún es que a mejor clima, tanto mejor es el bienestar de niños, niñas y jóvenes.

Nada de esto es posible mientras el sistema no ponga a niñas, niños y jóvenes como sujetos principales de la educación. ¿A quién le importa que miles de niños lleguen a cuarto básico sin entender lo que leen o incapaces de realizar las cuatro operaciones matemáticas? ¿Qué hacemos para prevenir el ausentismo y la posterior deserción? ¿Cómo nos hacemos responsables de la formación de los y las estudiantes?

La pandemia de covid-19 abrió espacios de innovación insospechados en la educación. Varios establecimientos educacionales nos han relatado que habiendo dedicado más tiempo y puesto mas atención en convivencia a través del arte y utilizando las metodologías lúdico participativas, han logrado resultados académicos y formativos espectaculares.

Hay profesionales de la educación que se atrevieron a innovar, pero aún falta mucho. Se necesita un cambio de mentalidad y para ello los símbolos son importantes. Por eso valoramos que esta semana el Senado haya aprobado la eliminación de la posibilidad de poner notas de primero a cuarto básico y ahora se verá a la Cámara de Diputados y Diputadas. Lo importante es que es una señal potente que, por una parte, cambia el eje desde estudiantes hacia docentes, y por la otra inclina la balanza hacia la formación en vez de las materias tradicionales.

Niñas, niños y jóvenes deben estar en el centro de la educación, pero el foco, la atención y la evaluación debe estar en los profesionales de la educación. Ha llegado la hora de poner más énfasis en la evaluación de la enseñanza más que en el aprendizaje.

 

Marcelo Trivelli

Presidente Fundación Semilla